Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT), International Life Sciences Institute (ILSI) Nor-Andino. 2020. Papel de los cereales de grano entero en la salud. Informe científico-técnico de la FINUT No. 2. Granada.
En 2020 un grupo de especialistas orquestado por la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) se reunió para dar forma al Informe Técnico Científico sobre “El Papel de los Cereales de Grano Entero en la Salud” una publicación que aborda de manera amplia a los cereales de grano entero y su relevancia en la salud.
A continuación se incluyen algunos fragmentos del prólogo de esta publicación escrito por Benjamin Caballero, M.D., Ph.D. Profesor Emérito de la Universidad de Johns Hopkins Baltimore, USA y que presenta una perspectiva muy interesante sobre el tema abordado en la publicación:
“Los cereales constituyen la fuente principal de energía de la dieta en prácticamente todas las poblaciones del mundo. Tres de ellos, arroz, maíz y trigo, contribuyen con más del 90% de las calorías provenientes de cereales y representan poco más del 50% del promedio mundial de calorías dietéticas per cápita. Por ello no es sorprendente que los cereales tengan un impacto importante en la salud humana. Además de ser un componente casi universal de la dieta humana, los cereales son uno de los más antiguos, ya que fueron introducidos en el consumo habitual hace más de 10 mil años. Se considera que la domesticación y producción en escala de los cereales ha sido uno de los sostenes más importantes de la supervivencia de la especie humana.”
“El estudio de los cereales se centró por muchos años en cuestiones relacionadas con su producción, mejoramiento y comercialización. Sin embargo, con los primeros estudios sugiriendo un rol preventivo para cáncer de colon de los hidratos de carbono no absorbibles (comúnmente conocidos como fibra), en la década de los ’70, creció el interés en la contribución de los cereales a la salud y la reducción de riesgo de diversas enfermedades crónicas.”
“El rol benéfico del consumo de granos enteros en la prevención de diversas enfermedades crónicas es generalmente reconocido. La evidencia de ello está resumida en detalle en varios capítulos de esta obra, e incluye reducción de riesgo de cáncer, enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2 y otras. Pero también es reconocido que mucha de esta evidencia tiene sus limitaciones. Es frecuente que los estudios carezcan de una definición clara de cereal integral. Otros estudios controlan la ingesta de cereal, pero no del resto de la dieta o estilo de vida de los participantes. Y el uso de diferentes constituyentes del grano dificulta frecuentemente el metaanálisis y la generalización de resultados.” “En base a estas consideraciones, los expertos consideran que el “predominio de la evidencia” apoya consistentemente la recomendación de reducir el consumo de cereales refinados y por ende aumentar el consumo de cereales integrales o de granos enteros.”
“La generación de nuevos conocimientos en esta área tiene, obviamente, como objetivo último el proveer las bases científicas para las recomendaciones dietéticas para la población. Este crítico tema aún no se encuentra consistentemente definido para los cereales. Más aún, cualquier nueva recomendación deberá armonizar con otras actualmente implementadas, sean para otros nutrientes o a favor de un patrón dietético determinado. De hecho, aún no existe consenso sobre la definición de producto ‘integral’ (que en esta obra usamos como sinónimo de cereal de grano entero), por lo que ésta varía de país a país, y aún de producto a producto. A pesar de estas limitaciones, grupos de expertos han encarado la tarea de definir una recomendación de consumo diario de cereales. Un ejemplo reciente es la llamada Comisión EAT-Lancet (Lancet, 2019;393:447), que ha propuesto una dieta básica global, que no sólo apunta a promover la salud y prevenir enfermedades, sino que también responde a la necesidad de reducir el impacto ambiental de la producción de alimentos. Este perfil de dieta propone el consumo de 230 g de cereales por día, 100% del tipo integral. Esto equivale a unas 800 kcal/día.”
“La historia de los cereales nos encuentra en un periodo fundamental de transición en cuanto a la evidencia científica y su aplicación para promover la salud. A medida que entendemos mejor la acción de los componentes de cereales a nivel molecular, más oportunidades surgirán para su aplicación preventiva y terapéutica, y para definir con precisión su uso en individuos y grupos específicos. El éxito de esta fase dependerá de diversos factores, entre ellos la continua contribución de la ciencia a mejorar la producción de alimentos integrales con buena aceptabilidad y proveer las bases científicas para programas de educación nutricional y culinaria que facilite la aceptación de cereales integrales por parte de la población. Este libro es testimonio del notable progreso alcanzado en este camino.”